Con la intención de que no lo entiendas,
escribo este poema.
Con la intención de que no lo leas,
escribo este poema.
¿Por qué hacerlo entonces?
Para mí,
para leerlo yo,
para entenderme yo.
He conocido,
por lecturas, no en persona,
a gente excepcional,
hombres y mujeres,
mujeres y hombres,
personas a las que nadie entendió,
ni siquiera por aquellas
dispuestas a hacerlo,
menos aún por aquellas
que creían hacerlo.
No.
Nadie puede entender a quien es único.
Y, aunque ni siquiera entre ellos se entienden,
por fortuna, al menos se reconocen.