lunes, 1 de septiembre de 2025

El desgaste de la palabras

Las palabras se manchan y desgastan con el uso. Por eso hay que cambiarlas de vez en cuando, y, en el futuro, seguir cambiándolas. Por ejemplo: minusválido. En 2001 la Organización Mundial de la Salud decidió abandonar es palabra por su connotación peyorativa y sustituirla por discapacitado. Durante años no sonó mal la nueva palabra, pero, hoy en día, si dices de alguien que es discapacitado estás diciendo que padece una disminución física, sensorial o psíquica que la incapacita, total o parcialmente, para el trabajo o para otras tareas ordinarias de la vida. Y eso puede molestar. Así que ahora se ha de decir personas con diferentes capacidades. ¿Hasta cuándo? ¿Hasta cuándo la palabra diferente será políticamente correcta? Propongo, para cuando llegue ese momento, que se diga personas con otras capacidades. ¿Y después? Vaya usted a saber. El problema del desgaste de las palabras es que lo hacen en la forma, pero no el fondo. Por eso necesitamos nuevas palabras para referirnos a cosas que queremos esconder, pero que ahí siguen. Y que seguirán.