Fui a Soria
en busca del maestro.
Pisé sobre las huellas del poeta,
visité su casa y su escuela,
incluso la tumba de su amada.
Al
atardecer caminé por la ribera del Duero
y en el mismo viejo banco me senté.
Hasta San Saturio llegué y rogué
esperando la deseada inspiración.
Pero no es fácil escribir versos.
Por bueno que sea tu corazón,
no por ello lleno de sangre de poeta estará.
Fui a Soria
en busca del maestro.
Lo seguí, lo lloré y regresé;
y aquí sigo, siendo su aprendiz.