Siguiendo a Pareto y su famosa ley del 80/20, he defendido que lo que somos las personas viene determinado al 80% por su genética y el 20% por la educación. Pero a medida que envejezco me estoy volviendo más tolerante y puedo aceptar un 50/50.
Pero, más allá de
porcentajes, creo que lo importante es saber de dónde se recibe la educación,
es decir, quién, qué o quiénes dirigen, encaminan y adoctrinan a nuestros
hijos, y en su día lo hicieron con nosotros (y siguen hoy haciéndolo con ellos
y con nosotros).
Se me ocurren cuatro
fuentes de educación: la familia, los amigos, el colegio y los medios de
comunicación. ¿Quién dirige, quién encamina, quién adoctrina más? No estoy
seguro. Creo que la familia puede influir mucho, para bien y para mal, en
especial para mal. Los amigos hacen otra parte, pero creo que menor, y el
colegio tampoco es que de mucho de sí. Otra cosa son los medios de
comunicación. Esos sí que tiene poder para dirigir, encaminar y adoctrinar. Tal
es así que son ellos los que dirigen, encaminan y adoctrinan a los profesores
del colegio, a los amigos de nuestros hijos y a sus padres, o sea a nosotros.
Así que, visto el asunto, me inclino a pensar que de la educación que recibimos,
la mayor parte viene de los medios de comunicación: la televisión, en su momento,
a la que sumar ahora internet.
Aun así, aunque el
discurso que procede tanto de la familia, de las instituciones educativas, del
entorno social y de los medios de comunicación es muy similar y muy fuerte, hay
niños, los menos, que se resisten a ser dirigidos, encaminados y adoctrinados. Pero,
pienso ahora, que ese margen para mantenerse firmes frente a los vientos
sociales, mediáticos y familiares sólo se produce en sociedades en las que
hasta cierto punto no se dirige, encamina y adoctrina a sus ciudadanos de
manera totalitaria, porque si me voy a sociedades fanatizadas por la religión
(léase Arabia Saudita), fanatizadas por el nacionalismo (léase Marruecos),
fanatizadas por líderes megalómanos (léase Corea del Norte) o dirigidas por
estúpidos (léase Arabia Saudita, Marruecos y Corea del Norte) donde tanto la
educación de los padres, como la de los amigos, como la recibida en el colegio
o a través de los medios de comunicación está totalmente uniformada, nos
encontramos con que su influencia en un individuo es tal que lo convierte
justamente en cualquier cosa menos en un individuo.
Recapitulando. Cuanto más
represiva, monolítica y fanática sea una sociedad, mayor será su influencia en
la educación de las personas, llegando, en muchos casos, en la mayoría de los
casos, me atrevo a decir, a hacerles desparecer como individuos para
convertirles en masa. Y que me perdonen las excepciones, que haberlas las hay.
Lástima que no haya más.