martes, 1 de febrero de 2022

La influencia de la educación en las personas

Siguiendo a Pareto y su famosa ley del 80/20, he defendido que lo que somos las personas viene determinado al 80% por su genética y el 20% por la educación. Pero a medida que envejezco me estoy volviendo más tolerante y puedo aceptar un 50/50.

Pero, más allá de porcentajes, creo que lo importante es saber de dónde se recibe la educación, es decir, quién, qué o quiénes dirigen, encaminan y adoctrinan a nuestros hijos, y en su día lo hicieron con nosotros (y siguen hoy haciéndolo con ellos y con nosotros).

Se me ocurren cuatro fuentes de educación: la familia, los amigos, el colegio y los medios de comunicación. ¿Quién dirige, quién encamina, quién adoctrina más? No estoy seguro. Creo que la familia puede influir mucho, para bien y para mal, en especial para mal. Los amigos hacen otra parte, pero creo que menor, y el colegio tampoco es que de mucho de sí. Otra cosa son los medios de comunicación. Esos sí que tiene poder para dirigir, encaminar y adoctrinar. Tal es así que son ellos los que dirigen, encaminan y adoctrinan a los profesores del colegio, a los amigos de nuestros hijos y a sus padres, o sea a nosotros. Así que, visto el asunto, me inclino a pensar que de la educación que recibimos, la mayor parte viene de los medios de comunicación: la televisión, en su momento, a la que sumar ahora internet.

Aun así, aunque el discurso que procede tanto de la familia, de las instituciones educativas, del entorno social y de los medios de comunicación es muy similar y muy fuerte, hay niños, los menos, que se resisten a ser dirigidos, encaminados y adoctrinados. Pero, pienso ahora, que ese margen para mantenerse firmes frente a los vientos sociales, mediáticos y familiares sólo se produce en sociedades en las que hasta cierto punto no se dirige, encamina y adoctrina a sus ciudadanos de manera totalitaria, porque si me voy a sociedades fanatizadas por la religión (léase Arabia Saudita), fanatizadas por el nacionalismo (léase Marruecos), fanatizadas por líderes megalómanos (léase Corea del Norte) o dirigidas por estúpidos (léase Arabia Saudita, Marruecos y Corea del Norte) donde tanto la educación de los padres, como la de los amigos, como la recibida en el colegio o a través de los medios de comunicación está totalmente uniformada, nos encontramos con que su influencia en un individuo es tal que lo convierte justamente en cualquier cosa menos en un individuo.

Recapitulando. Cuanto más represiva, monolítica y fanática sea una sociedad, mayor será su influencia en la educación de las personas, llegando, en muchos casos, en la mayoría de los casos, me atrevo a decir, a hacerles desparecer como individuos para convertirles en masa. Y que me perdonen las excepciones, que haberlas las hay. Lástima que no haya más.

2 comentarios:

  1. Bien... Lo siento por Pareto (pobre hombre, ni siquiera había escuchado nunca su nombre. O bien pensado, entonces, pobre DE MÍ y de mi depauperada inteligencia), pero, si hemos de ser sinceros y hacer honor a la realidad del siglo XXI, los porcentajes yo diría que están invertidos, es decir, al 20/80% en detrimento de la genética. A pesar de los avances científicos exponenciales del siglo XX (que, me temo, y en parte también por los motivos de este debate que, como buen ensayista, has abierto), el aborregamiento imperante en la actualidad de estos años me temo que ha hundido todo lo relativo a la genética y su poder.
    Dicho esto, pues, en mi caso diría algo en esencia distinto de lo que has puesto en este post, a saber:
    1) Coincido en que la familia influye (sobre todo para mal, eso sí es cierto), pero también veo, mediante la experiencia con mis propios hijos, que cada vez la familia está relegada a un nivel más residual en lo relativo a la educación, con la excepción de aquellos clanes que tienen una figura principal a la que todos veneran, por el motivo que sea. Sólo en las familias en las que haya un referente fundamental se podría decir que el porcentaje de influencia de la familia en la educación final es relevante. Es triste, pero me temo que es así ahora mismo, en los tiempos que corren.
    2) Los amigos, en cambio, hoy día, en un mundo de sobre-exposición por contacto tecnológico las 24 horas del día, se han convertido en el Pepito Grillo que nos dicta en todo momento si algo está bien o no. No mediante nuestro pensamiento crítico, sino en la búsqueda continua de la “aceptación de los like”. Y eso no puede ser sano a largo plazo, porque es imposible mantener en el tiempo semejante nivel de estrés.
    3) Donde, fundamentalmente, difieren tus argumentos con los míos, es en este punto: El colegio. Creo que, desgraciadamente, es el principal culpable del aborregamiento doctrinal al que nuestros jóvenes están subyugados en esta generación. Se busca una mente única, sin máculas ni ovejas negras que puedan hacer que otros vean lo débiles que son los muros con los que nos esclavizan el futuro. No es que el colegio no tenga relevancia en la educación y el pensamiento unilateral, es que es justo lo contrario. Y eso es lo peor.
    4) Porque, ahora sí, los medios de comunicación, en eso estamos de acuerdo, tienen todo el poder. Por dos motivos fundamentales ahora mismo. Uno, como decía antes, es la sobre-exposición cada minuto de cada día a la tecnología, que ha hecho que los medios puedan estar presentes no ya en el momento en que comienza el día, con el periódico y el café, mostrando los sucesos principales del día anterior, con ciertas dosis de ensayos y artículos que puedan mover el pensamiento crítico; sino de forma continua e interminable, acelerándolo todo a un nivel en que no hay tiempo ni para pensar, ni para criticar, ni para sentir vergüenza ajena (o propia) por nada. Esto, junto al aborregamiento impuesto, como he indicado en el punto anterior, por la decrépita enseñanza pública actual (los motivos socio-políticos de esto ya son conocidos por todo el mundo, lo que no lo hace ni mejor ni asumible, pero así es), ha incrementado el nivel del plato de la balanza social en la influencia educacional hasta el paroxismo.
    Si me disculpas, compañero, prefiero no hacer una recapitulación, porque ya tengo suficiente para echarme a llorar en una esquina. Buenos días...

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  2. Pues qué quieres que te diga, amigo. Todo mi respeto hacía tu comentario. Es más, creo que lo suyo es que tu escrito fuese la publicación principal y el mío fuese el comentario. Gracias por leerme, pero sobre todo por exponer tus ideas y exponerte.

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